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sábado, 29 de julio de 2017

La narratura​ ​del capitalismo

Jorge Majfud, Alai

¿Realmente le debemos la modernidad al capitalismo?

Una de las afirmaciones que los apologistas del capitalismo más repiten y menos se cuestiona es aquella que afirma que este ha sido el sistema que más riqueza y más progreso ha creado en la historia. Le debemos Internet, los aviones, YouTube, las computadoras desde la que escribimos y todo el adelanto médico y las libertades sociales e individuales que podemos encontrar hoy.

El capitalismo no es el peor ni el menos criminal de los sistemas que hayan existido, pero esta interpretación arrogante es, además, un secuestro que la ignorancia le hace a la historia.

En términos absolutos, el capitalismo es el período (no el sistema) que ha producido más riqueza en la historia. Esta verdad sería suficiente si no consideramos que es tan engañosa como cuando en los años 90 un ministro uruguayo se ufanaba de que en su gobierno se habían vendido más teléfonos móviles que en el resto de la historia del país.

La llegada del hombre a la Luna no fue simple consecuencia del capitalismo. Para empezar, ni las universidades públicas ni las privadas son, en sus fundamentos, empresas capitalistas (excepto algunos pocos ejemplos, como el fiasco de Trump University). La NASA tampoco fue nunca una empresa privada sino estatal y, además, se desarrolló gracias a la previa contratación de más de mil ingenieros alemanes, entre ellos Wernher von Braun, que habían experimentado y perfeccionado la tecnología de cohetes en los laboratorios de Hitler, quien invirtió fortunas (cierto, con alguna ayuda económica y moral de las grandes empresas norteamericanas). Todo, el dinero y la planificación, fueron estatales. La Unión Soviética, sobre todo bajo el mando de un dictador como Stalin, ganó la carrera espacial al poner por primera vez en la historia el primer satélite, la primera perra y hasta el primer hombre en órbita doce años antes del Apollo 11 y apenas cuarenta años después de la revolución que convirtió un país atrasado y rural, como Rusia, en una potencia militar e industrial en unas pocas décadas. Nada de eso se entiende como capitalista.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Zygmunt Bauman y la crisis de una modernidad "líquida"



El filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman ha instalado el concepto de modernidad líquida para diferenciarla de la modernidad sólida en la cual existían marcos de referencia frente a los hechos. De acuerdo a Bauman, en la condición actual del mundo todo punto de referencia se ha desvanecido o "licuado" producto de la exacerbada acción individual. Esto mismo ha configurado un mundo inseguro y pleno de vacíos, donde lo momentáneo y lo transitorio dan curso a la fugacidad de la vida actual donde gobiernan los hechos impredecibles.

En este paso de la modernidad "sólida" a la "líquida", se ha creado un escenario sin precedentes para la práctica de la vida individual, por lo que las formas sociales se han diluido y no sirven como marco de referencia para las acciones humanas. Los individuos empalman una serie interminable de proyectos de corto plazo que no tienen una secuencia significativa y estas vidas fragmentadas requieren que las personas estén constantemente preparadas y dispuestas a cambiar de táctica, abandonar compromisos y lealtades sin arrepentimiento y buscar oportunidades en función de su disponibilidad actual.

Para Bauman, en la modernidad líquida el individuo debe actuar, planificar acciones y calcular las ganancias y las pérdidas probables en condiciones de incertidumbre endémica, pero siempre en sentido individual. Esto es lo que ha ocurrido con el mundo de las altas finanzas y el síndrome de la codicia de Wall Street, que no es más que una puerta abierta al desastre y al total derrumbe del mérito de la acción colectiva. Como véis, todo lo líquido se desvanece como el agua entre los dedos... Por eso, vale la pena ver esta entrevista a Bauman y seguirla en sus 53 minutos que tienen muy poco de líquido y, afortunadamente, mucho de sólido.

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